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Objetivos

Bibliotecas digitales en la Sociedad de la Información

Bibliotecas y archivos están viviendo profundas transformaciones estructurales. La sociedad espera ahora de ellas otro tipo de servicio y más que guardián de documentos se les reclama como proveedores de información. De la biblioteca como depósito de libros hemos pasado a la biblioteca como centro neurálgico y regulador del tráfico incesante de información.
La producción de información en formato digital de forma masiva, ha dado lugar no sólo a la aparición de un nuevo soporte documental sino que está transformando el propio concepto de documento y la propia fisionomía de las bibliotecas. Hasta ahora, un libro tenía límites físicos, un tamaño, un peso, un precio... Hoy, un libro en formato digital puede no ocupar espacio físico en nuestra biblioteca, no tiene peso y puede comprarse por capítulos o por cada vez que accedemos a él. Las estanterías, poco a poco, van dejando lugar a los ordenadores.

Sin embargo, la función social de la biblioteca como intermediaria y difusora de la cultura no sólo no ha cambiado sino que incluso ha visto reforzado su papel. En este mundo de información digital la biblioteca sigue siendo uno de los ejes fundamentales para la difusión de la cultura:

1. Proporcionando un acceso equitativo a los servicios básicos de la red. Igual que muchos no pueden comprar libros y acuden a la biblioteca para poder leerlos, muchos no podrán adquirir equipos y acudirán a la biblioteca para poder acceder a la red.

2. Formando y asistiendo al público para ayudarles a conocer los recursos y a aprovecharlos.

3. Proveyendo recursos de información. Seleccionando y organizando los recursos más interesantes de la red para la comunidad a la que sirven e incluso creando recursos de información.

Los cambios que se están produciendo en las bibliotecas y centros de información atañen tanto a los actores como a los procesos, métodos de trabajo, gestión, productos y servicios que ofrecen las bibliotecas. Por ello, los objetivos específicos del Instituto en esta área se pueden resumir en:

1. Promover a través de cursos y conferencias el reciclaje de los profesionales de información para mejorar su capacidad de adaptación a los rápidos cambios que se producen en el desarrollo de sus tareas y para que puedan responder a unos usuarios cada vez más exigentes respecto a la calidad del servicio.

2. Investigar y debatir los nuevos criterios por los que deben ser evaluados los centros. Es necesario definir criterios homogéneos para poder evaluar la calidad de los productos y servicios que ofrecen las bibliotecas y concienciar a los profesionales de la información de la necesidad de cumplir con tales criterios.

3. Impulsar la investigación sobre los costes y los beneficios de los productos y servicios de información. Es necesario que los responsables de los presupuestos de las administraciones y de las organizaciones perciban el coste real de prestar el servicio y que puedan valorar el beneficio, tangible e intangible, que los sistemas a una institución o a una comunidad.

4. Estimular la reflexión, el debate y la investigación respecto a los nuevos modos de difusión de información a través de redes de telecomunicaciones y especialmente de propiedad intelectual de los documentos electrónicos.

5. Participar y ofrecer un foro de debate a los investigadores, profesionales y grupos de trabajo nacionales e internacionales que reflexionan y desarrollan recomendaciones y normas para fomentar el intercambio de información a través de diferentes sistemas y medios electrónicos.

6. Investigar los efectos que produce la introducción de las nuevas tecnologías en las bibliotecas respecto a las relaciones entre la institución, sus proveedores y sus usuarios. Valoración y prestación del servicio a usuarios remotos, límites de la prestación de servicios, etc. Y respecto al cambio necesario para rediseñar espacios capaces de hacer convivir en las bibliotecas tanto los documentos impresos como los equipos informáticos y audiovisuales.

Preservación de documentos digitales

El artículo 105 apartado b) de la Constitución Española de 1978 dice: "la ley regulará el acceso de los ciudadanos a los archivos y registros administrativos, salvo en lo que afecte a la seguridad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la intimidad de las personas". Y el artículo 46 alude a la conservación y enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España...".
La introducción de las tecnologías de la información en las administraciones públicas y organizaciones privadas está suponiendo la aparición de múltiples documentos en formato electrónico. Si bien, hasta el momento, la mayoría de los documentos con trascendencia administrativa son luego impresos y conservados en papel comienza a discutirse si los documentos en soporte electrónico son o serán también patrimonio documental de las instituciones. El interés creciente por guardar los documentos en formato electrónico es hoy día un hecho.

La conservación de estos documentos abre nuevos campos de investigación, entre ellos, por citar sólo los más importantes: nuevos métodos de identificación y control de documentos electrónicos, un marco legislativo que posibilite la existencia y validez de estos documentos con fines probatorios, el desarrollo de las técnicas necesarias que garanticen al poder judicial la autenticidad y fiabilidad respecto a la originalidad del documento y los métodos apropiados para la conservación de estos documentos a largo plazo.

Los objetivos a cubrir por parte del Instituto en este apartado serán:

1. Concienciar de la importancia administrativa y cultural que supone para las instituciones públicas y privadas la existencia de recursos de información en formato digital en lengua española o cualquiera de las otras lenguas oficiales del estado español y colaborar con las iniciativas que propugnan la realización de inventarios selectivos de recursos digitales.

2. Investigar los criterios de calidad que deben exigirse a este tipo de recursos para que puedan pasar a formar parte del patrimonio documental de una institución.

3. Proponer políticas de selección y control de recursos digitales e investigar estrategias que aseguren que los recursos de información en formato digital puedan ser conservados a largo plazo.

4. Identificar, documentar y difundir marcos estratégicos en los que cada institución pueda desarrollar políticas de gestión del fondo documental que sean apropiadas a sus necesidades y que puedan guiar la toma de decisiones para salvaguardar la viabilidad a largo plazo de cualquier recurso digital que esté incluido en dicho fondo.

5. Investigar, documentar y promover métodos apropiados para la conservación a largo plazo de diferentes clases de recursos digitales y desarrollar modelos escalables de costes que permitan a las organizaciones abordar proyectos viables de preservación del material digital.

6. Colaborar con las iniciativas nacionales e internacionales que investigan la aplicación de metadatos y otras técnicas para asegurar la autenticidad de los recursos digitales.

Educación en línea (eLearning)

Los alumnos de los que se nutre la universidad en la actualidad provienen en su mayoría de la educación secundaria o de los módulos de formación profesional y, en menor medida, de profesionales que acuden a la universidad a cursos de reciclaje o de especialización en algún área, como es el caso de los másters. Si bien hasta ahora los alumnos de primer y segundo ciclo son la base fundamental de los participantes del proceso educativo universitario, es de prever que la competencia entre las universidades por atraer a este tipo de alumnos sea cada vez más fuerte, puesto que todas las previsiones para los próximos años apuntan hacia una rebaja sustancial en la demanda de plazas para ser estudiante universitario.

Desde hace una década las instituciones universitarias de los países desarrollados buscan alternativas y se preparan para una competencia por atraer alumnos que se vislumbra será dura. Una de estas alternativas es la de incorporar a alumnos que deseen recibir cursos universitarios de cualquier ciclo pero que no puedan acceder a la universidad por falta de tiempo. No hablamos aquí de falta de tiempo para la dedicación al estudio sino a la capacidad de elección del alumno para decidir en qué momento (tiempo) desea dedicar su esfuerzo al aprendizaje.

Históricamente, el motivo principal para el desarrollo de programas de teleeducación ha sido el aislamiento geográfico de los estudiantes. Sin embargo, en la última década el concepto de teleeducación se ha expandido y ya no se refiere sólo al aislamiento físico-geográfico sino al concepto de tiempo. Los datos estadísticos de algunas universidades con experiencia en la tele-educación son ilustrativos respecto al tema. Por ejemplo, en la Universitat Oberta de Catalunya, un modelo de universidad virtual para muchas instituciones, el 90% de los alumnos trabaja y por tanto el volumen de conexiones (variable que puede utilizarse para medir el tiempo de dedicación al aprendizaje, un equivalente a valorar la asistencia a la universidad) es mínimo durante el día y aumenta conforme va acabando la jornada laboral tradicional y los momentos de mayor actividad se dan normalmente al llegar la noche. En nuestra universidad los horarios de los másters deben lograr compatibilizar las horas de trabajo de sus alumnos con las horas de docencia.

Y ello a costa de un esfuerzo por parte de los alumnos para realizar un desplazamiento que en el menor de los casos les supone una hora diaria en el trayecto de ida y vuelta.

Parece pues evidente que en pocos años las universidades, para mejorar su productividad en el uso de fondos públicos, tendrán que dirigirse a colectivos que ahora son minoritarios en nuestras enseñanzas. Estos colectivos se caracterizarán por no acudir físicamente a la universidad pero exigirá de ella que existan medios alternativos para acceder al conocimiento y, por supuesto, con la calidad docente que deben procurar las instituciones universitarias. Estos medios alternativos serán, sin duda, los cursos de teleeducación. Es por ello necesario que las universidades vayan preparando el camino para unas actividades que si bien no serán las principales sí exigirán a corto plazo una cantidad importante de recursos.

La implementación del aprendizaje a distancia provoca un replanteamiento y una redefinición de los recursos de una institución educacional: nuevos métodos didácticos para los profesores, nuevos modos de relación profesor-alumno, nuevos modos de aprendizaje y trabajo por parte de los alumnos y nuevas estructuras de apoyo del personal de administración y servicios. Requiere también el desarrollo de nuevas variables que midan el rendimiento de las instituciones y de los actores que participan en el proceso educativo: alumnos, profesores y personal de administración y servicios.

Los objetivos básicos del Instituto respecto a este apartado serían:

1. Investigar las condiciones materiales y de personal necesarias para lograr impartir docencia basada en la idea de teleeducación.

2. Investigar las tecnologías que deben utilizar y las habilidades que deben desarrollar profesores y alumnos para lograr una comunicación eficiente, que permita enseñar y aprender de modo eficiente.

3. Investigar sobre los criterios que permiten medir la calidad y efectividad de la teleeducación.

4. Investigar el modo de incrementar el acceso estudiantil a la educación superior proporcionando a los alumnos mayores posibilidades de acceso a la cursos universitarios.

5. Investigar los medios para promover una mayor productividad en el uso de fondos públicos, aprovechando los recursos materiales ya existentes para que puedan ser aprovechados por un mayor número de alumnos sin que ello signifique un crecimiento importante en cuanto a infraestructuras mobiliarias, inmobiliarias o de personal. Alumnos presenciales en horarios de mañana y alumnos a distancia en la tarde-noche.

6. Promover cursos de tele-educación que apliquen los resultados de las investigaciones citadas anteriormente y realizar investigaciones de campo tomando como modelos los citados cursos.

7. Difundir las conclusiones e ideas resultados de las investigaciones anteriores.

La Universidad Carlos III de Madrid carece de un departamento específico de educación que se ocupe de estos temas y es por ello que nos parece que la existencia de un Instituto Universitario, de carácter multidisciplinar, como aquí se propone, sería el marco adecuado para canalizar las investigaciones, los avances, las reflexiones, las preocupaciones y los avances que los nuevos medios aplicados a la educación suscitan en la comunidad universitaria.

Cultura de la información

Importantes sociólogos y no pocos políticos afirman que en la Sociedad de la Información en la que vivimos el "analfabetismo tecnológico", la incapacidad o la escasa capacidad de las personas para saber utilizar las tecnologías de la información, será el equivalente al concepto clásico de analfabetismo cultural. En 1999 pocos dudaban de que con la popularización de la red Internet y el desarrollo de nuevos medios de comunicación, desde la telefonía móvil a las redes de cable en los hogares, se estaba produciendo la revolución post-industrial que preconizaban con mayor o menor acierto muchos investigadores sociales.

La introducción de las tecnologías ha traído consigo una sobreestimación de la tecnología sobre la información y, casi sin darnos cuenta, en las escuelas se sustituyen las enseñanzas de las humanidades por la enseñanza del manejo de ordenadores. Desde luego no son aprendizajes incompatibles pero la situación requiere de un análisis serio y riguroso de las consecuencias de este exagerado "culto a la información" del que hablaba Roszak.

La cultura de la información va mucho más allá de la mera cultura informática, más allá de saber programar o conocer uno u otro programa y más allá de posturas tecnófilas o tecnófobas. Desde esta perspectiva, los objetivos del Instituto serían:

1. Fomentar la enseñanza de las Tecnologías de la información desde una perspectiva humanista y fomentando el espíritu crítico de los estudiantes.

2. Enseñar y difundir los conocimientos y las técnicas o habilidades necesarias para que cualquier persona educada pueda moverse eficientemente en una sociedad tecnológica rica en información.

3. Investigar los parámetros para evaluar la fiabilidad de las distintas fuentes de información y contribuir a definir y difundir los criterios que miden la calidad de las fuentes de información. Enseñar a distinguir las mejores fuentes de información de donde obtener recursos.

4. Investigar y promover el análisis de las distintas fuentes de información que permita conocer los propietarios de la información para velar por la existencia de fuentes de información plurales.

5. Investigar los comportamientos de los usuarios ante las nuevas tecnologías de la información y los medios y modos para mejorar no sólo la relación entre las personas y las máquinas sino la relación entre las personas a través de las máquinas: usuarios/administración, usuarios/empresas, usuarios/comunidad, etc.

6. Promover el buen uso de las redes de comunicación mediante la investigación relacionada con la ética respecto al uso que se hace de la información almacenada en formato electrónico difundiendo los principios de legalidad y privacidad de la información y fomentando la investigación respecto a la seguridad de las comunicaciones.

7. Investigar técnicas y métodos fiables que permitan evaluar la actividad científica que se realiza en las distintas áreas de conocimiento y en los centros de investigación.

Sin duda, continúa siendo necesario insistir en la formación de las tecnologías a todos los sectores de población pero, desde una perspectiva humanista, no se debe olvidar que la incidencia de las tecnologías de la información es tan fuerte a nivel cultural -importación de valores de unas determinadas culturas sobre otras- que los poderes públicos deberían evitar que fuese "el mercado", con intereses exclusivamente comerciales, el que determinase el desarrollo cultural.