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Mary Beard

Mary Beard

Mary Beard

Me siento extremadamente honrada y encantada de recibir el Doctor Honoris Causa aquí en Madrid. Me siento personalmente honrada. Pero, asimismo, como estudiosa del mundo antiguo, también me siento honrada por mi tema y por todos nosotros que hemos dedicado nuestras vidas profesionales a pensar intensamente sobre los antiguos griegos y romanos y otras culturas del pasado – y debería decir que nadie hace esto mejor que mis colegas aquí en España, por lo que es un placer singular para mí estar con ellos y con ustedes. Debería añadir que también me siento muy honrada de estar aquí como representante de esta clase de personas, y especialmente de las mujeres, que se atreven a hablar claro. Hoy estoy recibiendo este título por todas nosotras.

Déjenme decir ahora que creo rotundamente en el mundo antiguo – y el estudio del mundo antiguo- nos concierne a todos. Y enfatizo que no quiero decir que haya lecciones directas que podamos extraer de los Clásicos. Los romanos no tienen realmente demasiado que enseñarnos directamente; verdaderamente, si pudiésemos hacerlo retrospectivamente, tendríamos mucho que enseñarles a ellos. Y para ser honesta (esta es la principal pregunta que hacen los periodistas ahora) no veo que importe a que emperador romano se parece Donald Trump.  (Calígula, Cómodo…¿a quién le importa?) No aprendemos directamente del mundo antiguo y no queremos volver allí. Vamos al mundo antiguo en nuestras cabezas para vernos de modo diferente, para explorar diferentes formas de mirar nuestros propios problemas.

Una cosa que siempre me ha impresionado de la Antigua Roma es la visión de sí misma como “nacida en otro lugar”, una nación de refugiados y solicitantes de asilo de vuelta a sus verdaderos orígenes: uno de sus fundadores, Aeneas, fue un fugitivo de la guerra de la desgarrada ciudad de Troya; es sabido que su otro mítico fundador, Rómulo, cuando estableció la ciudad de Roma, acogió fugitivos, criminales, esclavos y a todo aquel que necesitaba asilo para ser ciudadano de su nueva ciudad. En absoluto estoy diciendo que deberíamos copiarlos. Nuestros problemas con la migración son bastante diferentes a los suyos; y nuestras tragedias no son exactamente lo mismo que las suyas. Pero es importante para nosotros entender que hubo culturas en el pasado -exitosas culturas- que celebraron la migración y celebraron sus orígenes como migrantes. Esto hace que nos veamos diferentes.

Creo que, en ocasiones, también es nuestra tarea defender el pasado de aquellos que pudieran manipularlo o alinearlo en causas falsas. El pasado no puede hablar por sí mismo; aquellos de nosotros que somos historiadores tenemos la particular obligación de hablar por él. En absoluto estoy diciendo que solo los historiadores deberíamos hablar de historia; una de las grandes cosas en relación con el pasado es que todos podemos tener una visión sobre él; la historia es muy democrática en este sentido. Pero, a riesgo de parecer antigua, creo que es el deber público de los historiadores asegurar que el pasado no sea manipulado. Hace solo unas semanas, junto con otros, me encontré haciendo exactamente esto. Hubo un ataque on-line sobre un video de la BBC para niños sobre la Bretaña Romana, en el que se retrataba a uno de los romanos como un hombre negro. Esto es reescribir la historia, dijo el atacante; es “muy preciso”, repliqué en Twitter.  Verdaderamente, no podemos ponerle cifras a esto. Pero no hay absolutamente duda alguna de que la Bretaña Romana (como la Hispania Romana) fue étnicamente diversa (disponemos de esqueletos que lo muestran). Pero durante más de una semana me encontré recibiendo miles de tweets y emails, ofensivos tweets y emails, (estoy segura de que pueden imaginar la clase de cosas que decían… (una mentirosa, una mierda, una gorda son algunas de las más corteses). En relación con el mundo de la comunicación on-line, es espantoso que haya algunas personas (solo unas pocas, pero algunas) que montarán una campaña ofensiva contra cualquiera que se atreva a decir que la historia de Europa no es sola y completamente blanca. Y todo por un video de dibujos sobre la Bretaña Romana.


Y esto me lleva a mi punto final. Soy muy afortunada. Cuando se me insulta on-line, como me ocurre con bastante frecuencia, simplemente por decir lo que creo que es verdad, es conocido y recibo mucho apoyo; de hecho, me hace feliz poder decir que más apoyo que insultos. Hay miles de personas alrededor del mundo, la mayoría, aunque no todas, mujeres, cuyas voces son acalladas, que son silenciadas, que no tienen permitido hablar claro, que son ofendidas sin que ello sea conocido. Estoy muy orgullosa y encantada de recibir hoy este título honorífico, y deseo poder decir que lo recibo también en nombre de aquellos y aquellas cuyas voces son a menudo sofocadas.