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Cooperación ciudadana global: Seguridad Alimentaria. Universidad Autónoma de Bucaramanga (Bucaramanga, Colombia)

Natalia Ochoa

Cuando llegas a una ciudad nueva, que apenas unos meses antes no sabías que existía, te asaltan miedos y dudas, pero rodearse de gente que te acoge e integrarse en la comunidad te allana el camino como a mi me lo allanó la Dirección de Transformación Social.

Mi experiencia en la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) me permitió ver de una manera distinta la universidad y entender que los conocimientos que hay ahí traspasan las fronteras del campus. Durante mi estancia, participé en proyectos educativos, comunitarios y rurales que me llevaron a distintos lugares de la ciudad y de Santander. Enseñé inglés a niños y niñas en barrios populares, trabajé en talleres de lectura y derechos, acompañé a mujeres agricultoras y transportistas, adultos mayores y jóvenes neuro-divergentes y drogodependientes. Cada espacio era una realidad muy distinta con sus propios ritmos y modo de entender la vida pero unidas por un mismo propósito: la dignidad, la comunidad y la transformación.  

Enseñar en ciertos contextos me demostró que la educación puede ser un acto profundamente político, no por los contenidos, sino por el simple hecho de crear espacios donde alguien se siente visto y valorado. También entendí que el trabajo social no siempre ofrece resultados inmediatos, pero deja huellas silenciosas que construyen confianza y comunidad.

Como experiencia preprofesional, este voluntariado me ha permitido aplicar mis conocimientos en contextos reales, pero también a trabajar desde la incertidumbre, a organizar actividades y a tomar decisiones con autonomía. Conocí cómo funciona una universidad con vocación social y cómo se gestiona la cooperación desde lo local, lo que me permitió comparar métodos, tiempos y formas de trabajo con los que conocía en Europa, uno de los aprendizajes más grandes que me llevo.  

Viajar como voluntaria internacional me obligó a mirar con perspectiva mi propio rol: no llegué a “ayudar”, sino a cooperar, compartir y aprender. Tuve que cuestionar mis supuestos, reconocer mis límites y aceptar que el cambio es un proceso lento y colectivo. Esta experiencia me dio herramientas prácticas, pero también una comprensión más humana de lo que significa trabajar por la transformación social.

Hoy siento que mi paso por la UNAB me permitió unir la teoría con la realidad, el compromiso con la acción. No me llevo solo recuerdos, sino una forma de entender el trabajo en territorio: consciente, respetuosa y comprometida con las personas a las que se dirige.