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D. Juan M. Rojo Alaminos

Discurso del Sr. D. Juan M. Rojo Alaminos

Juan Rojo en la ceremonia de entrega de medallas de honor de 2014

Apertura del curso 2014/2015, 12 de septiembre de 2014.

Sin duda mis primeras palabras son para agradecer a la Junta de Gobierno de la Universidad Carlos III y a su Presidente, y Rector de la Universidad, el alto honor que se me ha otorgado con la concesión de esta medalla.


Me tocó presidir el Consejo de Administración de la Universidad Carlos III, figura precursora de su Consejo Social, en el siempre difícil inicio de la andadura de una universidad, máxime cuando este inicio tiene lugar en un entorno donde ya existían otras universidades prestigiosas y bien consolidadas con las que ineludiblemente tarde o temprano tendría que competir. Posteriormente he tenido ocasión de participar en muchas otras actividades de esta universidad:  he impartido seminarios, he colaborado en investigación y he formado parte de comisiones de premios. Es una universidad a la que siempre me he sentido cercano.


Me consta que muchas personas consideraron en su momento que la creación de una nueva universidad en una zona no especialmente favorecida de la Comunidad de Madrid no tenía otro fin que el de descargar la presión demográfica que sufrían las otras universidades del distrito implantando alguna de las titulaciones más demandadas con un profesorado reclutado sin más pretensión que la de hacer frente a las enseñanzas en cuestión.


Afortunadamente las personas que tuvimos una u otra responsabilidad en la génesis de esta Universidad, y quiero aquí hacer mención especial agradecida a la figura del Profesor Peces-Barba, pensábamos de forma muy diferente. Considerábamos que si creábamos una nueva universidad su signo diferencial no podía ser otro que el de la calidad. Y desengañémonos: la calidad de una universidad no es otra que la calidad científica de sus profesores, donde obviamente el término científico lo utilizo en sentido lato abarcando a cualquier disciplina.


Debo decir que, teniendo clara esta condición, aquel  precursor del  Consejo Social utilizó sin reticencia alguna los recursos legales a su alcance para atraer talento a la Universidad Carlos III, aun a sabiendas que en esta actuación luchaban contra envidias y recelos. Y en este momento de la andadura de esta Universidad creo que puede afirmarse sin temor a la exageración que consiguió su objetivo. Se dice a veces que la nuestra sociedad es incapaz de distinguir entre la calidad de los estudios en una u otra universidad, y que solo se deslumbra por signos externos como edificios o similares, pero la evolución de la demanda comparativa de estudios en el distrito de Madrid muestra la falsedad de esa postura y, a la vez, reafirma el buen hacer de la Universidad donde estamos hoy.


Este buen hacer aumenta mi satisfacción por el reconocimiento que hoy recibo y por ello  reitero mi agradecimiento por esta medalla  que siempre exhibiré con orgullo.

Juan Rojo