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La vuelta al lugar del enigma

Madrid, España

25/11/2013

Hoy volvimos a la sala de ensayo después de tres días intensos de taller con Sergio y todos los participantes en el proyecto, tres días en los que por fin habíamos sentido que nos habíamos puesto verdaderamente manos a la obra. Y allí regresamos en actitud valiente para seguir tirando de ese hilo frágil que había comenzado a desenrollarse y que como aplicados Dédalos no queríamos perder.

Nada más entrar en la sala nos dimos cuenta de que era demasiado pronto, demasiado pronto para el acto de recordar, todavía lo llevábamos pegado al cuerpo y a su memoria, demasiado pronto para haber podido integrar todo lo vivido.

La sala estaba vacía solo quedábamos nosotras pero aún se respiraba el aliento de todos, las marcas en el suelo hablaban de ello, las sillas en desorden parecían extraños artefactos.

Como es costumbre en nuestros ensayos descorrimos las cortinas que dejaron penetrar la luz y la escasa naturaleza en la sala, contemplamos la escena desoladas, parecía como aquellas ramas salvajes que acababan atravesando las ventanas de las casas que habían sido abandonadas a su suerte. Algo parecido a como nos sentíamos nosotras esa mañana, abandonadas en una especie de atropellada huida y entonces supimos, que al igual que aquel chico y su maestra, nosotras también habíamos vuelto al lugar del enigma, y la sala se había convertido en aquel pasillo o escalera en los que siempre se cruzaban sus miradas y solo ellos y los dioses eran testigo de ello.

Excitadas por nuestro descubrimiento no nos atrevimos a tocar nada ni las sillas ni las marcas, nos entregamos entusiasmadas a trabajar creando un espacio entre el ayer y el hoy.
Sacamos hilos, cuerdas, tijeras, cintas diversas de precintar y embalar, bolsas de plástico, trajimos las piedras, globos, papel...

Cada una eligió un lugar en la intimidad y bajo las notas cálidas de Flow my tears construimos nuestro propio recorrido, aquel que nos iba a permitir integrar lo vivido. 

Nos permitimos pasar por todo aquello que emergía en nuestro cuerpo, rodamos por el suelo, nos dedicamos bellos epítetos,  saludamos a los muertos, profanamos el jardín de Paloma, besamos apasionadamente a aquel chico en el cine, corrimos con aquel chico de 16 años, bailamos con su maestra y al final exhaustas abrimos nuestras hermosas cabezas para que una poderosa Atenea emergiera de cada una de ellas. 

Eva, la que vuela incansable de rama en rama

“RECORRIDOS”
Carolina, la que corre y canta en los bosques

El recorrido representa, como una montaña rusa que sube y que baja, la evolución de mi persona y trabajo durante los tres días de workshop.

Comienza con miedo, enredado, por un sobre verde que contenía una cuerda negra y arrebujada que se suelta haciéndola avanzar en zigzag hasta que, poco a poco, sucede el cambio. 

Se para en seco y de ella sale una cuerda naranja que se eleva hasta quedarse atada a un globo en la pata de una silla volteada. Esto es el dejar las cosas fluir, subir a lo alto para ver cómo está funcionando todo. Observar el trabajo realizado, a las personas… Ahí entiendo que ese miedo y ese juicio, esa piedra que está en el camino, a un lado de la silla, tienen que ser sorteados. 
 
En seguida, igual que sube, la cuerda baja y se engancha a un plástico extendido en el suelo: me doy cuenta de lo arriba que estoy y voy bajando a tierra poco a poco pues me hace mucha falta, pero esta vez desde ese lugar de seguridad que es el suelo, representado por una capa de plástico volátil y suave. Define cómo lo he sentido cada vez que nos hemos levantado de la silla, de ahí que la que utilizo en el recorrido esté volteada, me ha parecido que hemos abusado de ellas. Llego pues a al suelo, con ganas. Lo descubro suave, como una alfombra que llama para que te tumbes en ella. 

Y termina con un sobre rosa que guarda el plástico como yo me he guardado en el cuerpo todo lo vivido y trabajado.  
Los colores negro, naranja, amarillo y blanco significan el miedo primero y la calidez de después. 

¡Han sido tres días preciosos!


“TRANSFORMACIONES”
Marta, la que se ríe por todo, la viajera

Un cerrar los ojos y no saber que sentir.
¿Es angustia o alivio? ¿Es satisfacción o insuficiencia? ¿Es felicidad o infelicidad? ¿Es claro o confuso? 
Estado de ánimo alto, ninguna expectativa en concreto y ganas de viajar. Así empezó.

Intento entender de donde surge el teatro, la importancia del relato, la poesía y la trascendencia del mito. Acepto la teoría y me someto a instrucciones teatrales, detectando el núcleo de acción de mi mito y llevándolo a la síntesis. Creo una partitura propia y es el momento de reconciliación.

Transformaciones a cada segundo que se multiplican, la importancia del intérprete, del eterno retorno y revoloteando Ulises y las sirenas.

Diez palabras: “Respeto, Oralidad, Subterránea, Prevalecer, Tribu, Mitógrafo, Acción, Recuerdo, Escucha y Mariposa”, representan mi punto de mira del trabajo.
Tres días de trabajo que marcaron rumbo a la tierra prometida. Observo, pienso y me transformo. Todavía no soy consciente de la fuerza de los mitos, sé que están ahí, en mi subconsciente, pero necesito un proyecto como este para recordármelo: 

“Yo, sigo en busca de mi potencia subterránea”.

Con ayuda de materiales he podido plasmar el recorrido de estos tres días.

La primera vez de una historia abandonada que vio la luz en el primer día de taller

La importancia que tuvo la silla en el laboratorio-taller, así como la partitura propia de cada uno y el hilo conductor que nos guiaba a todos.

Tres días enriquecedores y satisfactorios

 

Sol, la que llegó  de noche y de muy lejos

En mi opinión el mito que mejor representa la fascinación del yo por aquello que surge del inconsciente es el pasaje de la Odisea en que Ulises se hace atar al mástil de su barco para ser capaz de resistir el canto de las sirenas. El mito tiene (incluso hoy en día)  en el hombre ese mismo efecto fascinador, atrayente y terrible a la vez. 

El mito deja surgir nuestros demonios, nuestros miedos, deja al descubierto algo profundamente humano, algo íntimo, que aun hoy se moviliza al ser nombrado. 

Hay una cuerda que nos atraviesa y nos mantiene atados a nuestra historia personal y esa misma cuerda es capaz de atarnos a nuestra historia colectiva, el mito es una materialización de esa historia... Permanece en un sitio en silencio pero se mantiene atado a nosotros y nosotros a él.
 

“TRES MOMENTOS”
Alba, la que salta y brinca en la niebla

La telaraña de sillas con cinta de pintor lo llamo el espacio intermitente. Pues constantemente hemos estado yendo a las sillas escuchando y saliendo de ellas para accionar. Este espacio también es un lugar de observación externa. Desde aquí aprendíamos y escuchábamos para luego entrar y vivir lo previamente dicho con palabras. En mi caso personal también se reitera en este lugar la intermitencia en el discurso y en las sesiones.

La piedra, el hilo y la silla, son el cuerpo, el centro y el peso de los 3 días. En este recorrido silla-piedra o piedra-silla, se encuentran los mitos, los compañeros, la intimidad y calidez del espacio escénico. También este es el sitio de las partituras de acciones, de mis compañeros  Corifeos, de la piedra y las mariposas. En este caso la escena es continua no intermitente, todos mis recuerdos son continuos, ligados y con peso.

El tercer espacio es el más pequeño pero no por ello el menos importante o intenso para mí. Me evoca, el abrazo, el animal, el contacto, la tribu. Es donde se debía contar el mito frente a una audiencia y un micrófono y esto para mí fue un gran reto.
Es un lio con el hilo, una maraña de nervios y vergüenza. Es rojo en este caso por violencia no calidez. Ese lio es el que yo tenía en el estomago antes de hablar y en la cabeza antes de llegar al lugar delimitado.

Todo esto en unión son mis recuerdos del taller-laboratorio y mi vuelta al lugar del Enigma donde se encuentran todos los ejercicios y momentos que viví con intensidad que realmente habité e incluso los que no lo conseguí del todo y por eso todavía me inquietan.

Archivo adjunto

Piedra
Sabana en el suelo
foto