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D. Javier Solana Madariaga

Discurso del Excmo. Sr. D. Javier Solana Madariaga

Excelentísimo y Magnífico Sr. Rector, Excelentísimo Sr. Presidente del Consejo Social, Excelentísimos Alcaldes de Getafe, de Leganés y de Colmenarejo, Señoras y Señores claustrales, Queridos Amigos,

Estoy muy honrado de recibir uno de los más preciados regalos que esta universidad puede ofrecer. Pero recibir el más valioso, desgraciadamente, he llegado muy tarde para ello. No me fue posible disfrutar del saber que acumula colectivamente tan distinguido claustro y que año tras año, transmite a sus alumnos de enorme talento ese gran regalo de la universidad. Gracias por tanto, a todos los que han contribuido a que esta distinción me fuera concedida, gracias. Será un vínculo para siempre con esta casa.

Agradecimientos: Juan Urrutia, profesor de esta universidad, querido Juan, mil gracias. Sé que has escrito lo que has dicho con un amor y un cariño extraordinario que yo también te tengo. Y en unas circunstancias difíciles para ti en que te acompaño.

Mis queridos amigos, la creación de esta universidad se realizó en 1989, y mucha gente participó en esta gran empresa. Quiero recordar a algunos: quizá quien más llegué a conocer, y a quien tengo más cariño y afecto, a José María Maravall, Ministro de Educación, predecesor mío en el Ministerio y que fue quien puso en marcha en el Ministerio de Educación este proyecto.

Este proyecto no nació sin críticas, recuerdo todavía y tengo recortados en casa los artículos de algunos periódicos que decían: “una más de las demagogias del gobierno. Llevan una universidad al sur cuando las universidades debieran estar al norte. Y llevan una universidad que dicen que va a ser de calidad cuando saben que será imposible".

Recuerdo hace un mes exactamente, estaba yo en Montevideo, y me recibió el Presidente de la República, y después me recibió Don Fernando Lorenzo, Ministro de Finanzas de la República de Uruguay, uno de los economistas más importantes de Latinoamérica, uno de los grandes líderes económicos de MERCOSUR, que salió doctorado de esta universidad y que después fue a Harvard y volvió a esta universidad, y hoy es el Ministro de Economía de un gran país latinoamericano. Esa es la gran calidad que habéis producido. Habéis producido una calidad extraordinaria, no solamente para nuestro país, sino también más allá de nuestras fronteras. Esta universidad salió con el esfuerzo de mucha gente como he dicho, pero a dos personas si quisiera mencionar: la Comisión Académica que la pusimos en manos de Don Gregorio Peces-Barba, y que luego fue el alma durante muchos años de esta casa. Y la Comisión Gestora, padre o madre del Consejo Social, que pusimos a su frente al que fue mi Secretario de Estado, al extraordinario físico Juan Rojo. En mi época, en el Ministerio de Educación, tuve muchos momentos extraordinarios para mí, y este fue uno de ellos. Quiero recordar que nada hubiera sido posible sin el enorme y extraordinario equipo que fuimos capaces de crear en el Ministerio de Educación. Era Secretario de Estado de Universidades, como he dicho, Juan Rojo Alaminos, uno de los científicos más importantes que tiene España. Era Secretario de Estado de Educación Don Alfredo Pérez Rubalcaba. Era Director General de Universidades Doña Ana Crespo, recientemente elegida por la Real Academia de las Ciencias, era Director de Investigaciones Luis Oro, seguramente el científico hoy más citado en el extranjero español.

Con esas gentes, con esas personas, se pudo hacer lo que tenemos hoy aquí. Muchas más cosas pasaron en aquellos momentos en el Ministerio de Educación. Pero sí les quiero decir que en mi época, en el Ministerio de Educación, sin ningún género de dudas, éste fue el momento más feliz de mi vida pública y de una cierta manera, regresaba a casa. Dos palabras sobre la universidad, no les quiero aburrir, decir que aquel equipo, que he mencionado, que siguen siendo científicos en activo en su mayoría, estaba imbuido de una premisa fundamental: una universidad investiga, y porque investiga, enseña y no es al revés. Una universidad que no investiga no es una universidad, si no investiga, no puede enseñar. Lo único que puede hacer es transmitir los conocimientos acumulados por otros. Eso es una escuela de gran nivel pero no es una universidad.

La universidad investiga, y porque investiga, enseña. Me gustaría subrayarlo cuantas más veces mejor, porque creo que en estos momentos también de profunda crisis en tantos campos de la vida colectiva, en la economía, incluso en el saber hace unos días hemos visto como una doctrina que parecía inamovible podría entrar en dudas en un laboratorio europeo, por un neutrino que podía ir más deprisa que la velocidad de la luz en el vacío, veremos a ver qué pasa. Pero es en estos momentos de crisis en los que más que nunca hay que hacer valor de la innovación, que va unida a la investigación.

Me permitirán que tome prestada una frase de un gran científico, Einstein, que decía que en tiempos de crisis es más importante la credibilidad que el saber y que el conocimiento. Estamos en esos momentos por lo tanto, agudizar la creatividad, hay que usar la investigación, y esta es una tarea fundamental para la universidad. La universidad, es un lugar para la creación y para la innovación. La universidad es excelencia, y aunque suene el título de excelencia un poco elitista, es esa la parte de elitismo que hay que tener en la vida colectiva de una sociedad que quiere avanzar.

Dicho esto sobre la universidad, desde el fondo de mi corazón, quisiera decir dos cosas sobre el dogma muy breves: creo que en el ámbito académico hoy, este ámbito donde podemos hablar con la franqueza con la que pueden hablar los académicos, sí quisiera decirles que no sería justo que no dejáramos dos minutos para hablar sobre el euro. Europa es nuestra casa, puede gustarnos más o puede gustarnos menos la forma en que la crisis económica está siendo gestionada en estos momentos por la Unión Europea. Pero estoy seguro, estoy completamente seguro, de que saldremos de esta crisis con más integración. Pero no sólo con más integración institucional, saldremos también profundizando en lo que yo quiero subrayar y llamar “Ciudadanía Europea”, que tanto el gobierno español tuvo la ilusión de ponerlo en la agenda de cuando tuvimos nuestra primera presidencia. Y aquí radica a mi juicio, en esta Ciudadanía Europea, la responsabilidad de la sociedad, de las universidades, de los investigadores, de los empresarios, de la sociedad civil en general. En suma crear una sociedad civil europea en la que denominarnos por el lugar de nacimientos no sea más que una expresión de una forma distinta de ser europeo.

De científico a político, de la reflexión a la acción, eso ha sido en cierta manera mi vida. Me permiten que haga una breve reflexión sobre la legitimación de la acción, nadie tiene seguridad absoluta de lo que debe hacer. Es indudable que las normas éticas aspiran a ser universales pero que jamás llegan a serlo. Para mí, el papel de la moral es abordar la distancia irremediable entre el principio universal y la singularidad del conflicto. Bien conozco la impureza de la acción, y también conozco bien la singularidad de los conflictos. Pero ya que el Secretario General ha tenido a bien de citar a Hegel, permitirme que yo le cite: “La acción ética es una lágrima derramada sobre la necesidad. Es el dolor por una acción necesaria en tanto que acción pero bien alejada todavía del ideal”(…) La legitimación por la acción es esa conciencia fragmentada entre el deber puro y la acción impura, y esta es la batalla que el hombre de acción, el político, debe cotidianamente luchar. Ahora que ya no estoy en activo como político, lo puedo decir y por eso el político merece el respeto que no se le tiene.

Llegado este punto, queridos amigos, más vale terminar. Hago una llamada al trabajo bien hecho, a la responsabilidad, al compromiso, a reconocer todos nosotros aquí presentes que si hemos llegado hasta este punto, sin duda es porque la vida nos proporcionó algún talento, y si es así, debiéramos devolverlo, cada cual a su manera a la sociedad y a la colectividad, y en ello deberíamos encontrar una gran dicha. Frank Wilczek, Premio Nobel de Física 2004, cuando descubrió una teoría maravillosa, llamada “La Libertad asintótica”, (que nombre tan precioso) decía y decía con bien “si no cometes errores, es que no estás trabajando en algo suficientemente difícil, y eso sí que es un gran error.” Hacerle caso.
Muchas Gracias a todos.