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Dª. Íciar Bollaín

Discurso de la Sra. Dña. Íciar Bollaín

Bueno, yo recibo esta medalla con sorpresa, con un enorme agradecimiento, francamente abrumada. Me gustaría compartirlo con la gente que me ha ayudado a hacer cine, porque como se dice siempre y es verdad, esta es una profesión que se lleva adelante en equipo y no sólo por el equipo que nos rodea directamente sino también por la gente que se presta a hablar con nosotros, que nos da sus recuerdos y experiencias cuando investigamos en una historia. Y es que rara ha sido la ocasión en que me haya encontrado con alguien que no quisiera hablar o colaborar con sus comentarios en ninguno de los guiones que he escrito hasta ahora. Por eso me gustaría incluir en este agradecimiento a todas esas personas, cientos, quizá miles, que a su manera me han ayudado a lo largo de mi trayectoria profesional, porque no hay forma de hacer una película solo, sino que se trata siempre de un enorme esfuerzo de colaboración. Una vez comparé el trabajo del director y guionista con el del escarabajo pelotero. Yo sé que no suena muy halagüeño ni glamuroso, pero es que me parece que hay algo de tesón de ese insecto cuando amasa su bola empujándola con paciencia en el que me siento retratada, esos meses y meses en los que vas empujando tu pelota película, dejando que se adhieran a ella el trabajo creativo del equipo técnico, de los actores, desechando lo que no es útil, aprovechando lo que sí lo es para contar la historia, dando forma con tantas y tantas colaboraciones a esa pelota que por fin llega a su forma final y con suerte, a los cines. Y en este agradecimiento quisiera incluir no sólo a los que me han ayudado últimamente o lo están haciendo ahora, sino a los que lo hicieron, seguramente sin darse cuenta mucho antes, cuando trabajando como actriz tuve la suerte de actuar en las películas de algunos directores, como Cuerda aquí presente, directores que me abrieron la mirada a una forma de hacer cine, atenta a lo que ocurre, cercana a la realidad. Y soy como digo afortunada por haber estado cerca de directores como Gutiérrez Aragón, Cuerda, Jose Luis Borau o Ken Loach por nombrar sólo algunos, personas que miran el mundo con un punto de vista, con rigor, y con la intención no sólo de entretener, sino también de que sus películas sean testigos de su tiempo, como decía Julio Llamazares, con quien también tuve la suerte de colaborar. Y aún me voy a remontar un poco más atrás para agradecerle a Víctor Erice que me entregara con la hermosa película El Sur, la llave para entrar en este país de maravillas que puede ser la creación cinematográfica. Porque hacer cine me parece un privilegio y también una responsabilidad. Los cineastas tenemos la posibilidad de reflejar el mundo en el que vivimos, de criticarlo o analizarlo, de hablar de la condición humana y de hacerlo con humor o dramáticamente. Podemos hacer muchas cosas, eso es lo apasionante de este trabajo y podemos comunicarlas, podemos decir quiénes y cómo somos a nuestros paisanos y también a lo largo y ancho del mundo. Porque eso es también el cine, parte de nuestra cultura. ¿Hay mejor manera de entender cómo era España durante el franquismo que contemplando El Verdugo? O en un tono más surrealista, ¿lo surrealista que puede llegar a ser un pueblo en nuestro país como ha contado Cuerda en más de una ocasión? El cine, quizá más que otras formas artísticas de expresión, nos retrata; nos retratamos en nuestros actores, en nuestras formas de hablar, en nuestros paisajes, en nuestras calles, porque aunque no sea la intención de una película hacer historia, las imágenes la están haciendo por sí solas… por eso, por lo importante que me parece para nuestro patrimonio cultural que se sigan produciendo esas imágenes que llamamos películas, quiero agradecer a la Universidad Carlos III que nos incluya entre sus “honorables” merecedores de esta medalla a tres cineastas, en este momento, en el que de nuevo, el cine navega por aguas tormentosas, en el que una vez más se habla de crisis y se han levantado las hachas de guerra. Un momento en el que el cine que hacemos, sobre todo su financiación, y en general su mera existencia, están en cuestión. Son por eso momentos malos para nuestra industria, momentos en los que estas medallas suponen un espaldarazo ya digo que no sólo a cada uno de nosotros a título personal sino también al propio cine por su capacidad de comunicar, por su carácter artístico y desde luego por ser parte de nuestra cultura. Es muy posible que se pueda financiar nuestra industria mejor de lo que se hace, y también creo que se nos puede exigir que lo hagamos mejor, pero creo que si no se apoya esta industria, y es lo que se cuestiona estos días, sencillamente no tendremos la posibilidad de contar cómo y quiénes somos, y otros harán ese trabajo por nosotros.

Y por último quiero agradecer más personalmente a la Universidad que me haya incluido en este trío de honor, junto a dos profesionales que cuentan con muchos más años y por tanto más trayectoria que yo y que con mi presencia hoy aquí se haga visible una novedad que ha surgido en los últimos años en nuestro cine y es una mayor presencia de mujeres directoras, una presencia llamativa, ya que durante décadas nuestra cinematografía contaba con apenas cuatro mujeres cineastas. Quizá por la diferencia de años, por la distancia generacional, o porque eran verdaderas excepciones, estas cuatro mujeres no resultaron para mí modelos a seguir sino que encontré otros, más cercanos, que me hicieron plantearme la posibilidad de dirigir cine. Una de ellas fue la primera película de Jane Campion, que tenía un tono similar al relato de donde surgió mi primera película, Hola Estas sola, que por entonces ya tenía escrito. Pero quizá la idea de dirigir cuajó de manera más evidente cuando colaboré como actriz con Chus Gutiérrez en su primer largometraje, porque, me pregunté entonces, si teníamos una edad parecida, inquietudes parecidas, experiencias parecidas, ¿por qué no podía también yo contar una historia? Por eso creo que mi presencia aquí hoy puede ayudar también a afianzar modelos nuevos para las niñas de hoy, que serán mujeres mañana, porque, es difícil que una niña quiera ser de mayor algo que no existe o que es una rareza, una excepción. Y ojalá que el día de mañana seamos muchas las que estemos contando cómo y quiénes somos junto a los hombres y que nuestra igualdad numérica, que aún estamos muy lejos de conseguir, aporte la diversidad y la pluralidad que creo que todos deseamos en nuestra sociedad. Muchas gracias otra vez.